Hundiste mi acoraza… ah no ese no era
Cuando las computadoras comenzaron a tener software de entretenimiento que conocemos como juegos, eran cosas muy simples. Empezando por dos líneas y un punto, algunos gráficos en blanco y negro, tan básicos que teníamos que usar nuestra imaginación para poder entender que es lo que estaba sucediendo, sin mencionar la época de oro de los juegos con motor de texto.
Cuando el sistema operativo DOS comenzó a estar por defecto en las PC, muchas veces acompañando los sistemas con interfaz gráfica como Windows 95, muchos juegos se hicieron populares para este medio, de los cuales muchos permanecen en nuestra memoria como grandes recuerdos.

El apartado gráfico mejoró notablemente en estas entregas, dejando a los desarrolladores con el desafío de entregarles a los consumidores su visión de estos mundos digitales, tratando de plasmar a la perfección su visión, muchas veces impresionándonos y otras dejándonos con un sabor a decepción.
Un juego que nos llamó la atención, en especial a mí, en aquellos años, es Battle Chess, desarrollado por Interplay, lanzado en el año 1988.
¿La Reina acaba de lanzar un hechizo?
Con una premisa súper simplista, hacer un juego de ajedrez que sea atractivo a la vista, lograron su ejecución de manera excepcional, logrando cautivar a un gran público,

También teníamos la posibilidad de jugarlo en 2d sin animaciones, pero ¿Quién querría eso?, sprites finamente elaborados, animaciones vividas y con mucha acción fueron los que lograron que nos enamoráramos de este juego al instante.
La baja calidad de sonido debido a las limitaciones de la época y la falta de música (exceptuando la pantalla de título), hizo que muchos quisiéramos jugarlo con el volumen al mínimo. En este sentido es donde vemos una baja de calidad.
Mas desafiante de lo que parece (para un principiante)

Pero, ¿qué es lo que hicieron para que un juego de ajedrez haya tenido tanta acogida?. Lo que impresionó de éste título fue su calidad de animación y la imaginación de los desarrolladores a la hora de plasmar la acción en las piezas. Con 8 soldados con armadura actuando como peones, el arzobispo, un caballero, las torres como golems que cobran vida al moverse y una reina capaz de conjurar hechizos para derribar a sus enemigos, consiguieron capturarnos a todos.
Contando con 10 niveles de dificultad, más de 30.000 movimientos diferentes y 35 animaciones para las batallas, lograron hacer un juego de culto que aun recordamos con gran cariño.
La jugabilidad es simple, click and point. Hacemos click en una pieza y la movemos a donde quisiéramos, con una interfaz simple.